Desarrollado por María Montessori, este método se basa en el aprendizaje autónomo y en el respeto por los ritmos de cada niño o niña. Las matemáticas se descubren mediante materiales manipulativos específicos (perlas, barras, cubos…) que permiten experimentar conceptos abstractos como la cantidad, la suma o la división de manera concreta y sensorial.
El Método Montessori entiende que las matemáticas deben presentarse a los niños como una experiencia sensorial y significativa. Para ello, se apoya en materiales diseñados específicamente para representar conceptos abstractos de forma concreta, visual y manipulativa. El aprendizaje no se fuerza, sino que se ofrece cuando el niño está preparado, respetando sus ritmos y fomentando el descubrimiento autónomo. Se busca que cada concepto sea comprendido en profundidad antes de avanzar.
El niño es el centro del proceso educativo. Es quien elige el material con el que quiere trabajar, según sus intereses y etapa de desarrollo, dentro de un ambiente cuidadosamente preparado. La maestra o guía Montessori no da instrucciones cerradas, sino que observa, acompaña y presenta los materiales cuando el niño está listo. Esta libertad con límites favorece la concentración, la autonomía y la toma de decisiones.
En los primeros años, el Método Montessori permite que los niños desarrollen una relación positiva con las matemáticas desde el juego y la exploración. Comprenden conceptos como la cantidad, el sistema decimal o las operaciones básicas manipulando materiales que les resultan atractivos y lógicos. Esto fortalece su autoestima, su capacidad de concentración y su motivación por aprender, sentando bases muy sólidas para el pensamiento matemático posterior.
Porque permite que los niños comprendan los conceptos abstractos desde lo concreto, a través de la exploración sensorial y autónoma. Les ayuda a descubrir las matemáticas por sí mismos, construyendo un aprendizaje profundo y significativo.
Se utilizan materiales específicos, diseñados con precisión: perlas doradas, barras numéricas, regletas, tarjetas de números, cubos del binomio, entre otros. Cada elemento tiene una finalidad concreta y respeta la secuencia lógica del pensamiento matemático.
El niño elige el material con el que desea trabajar y lo explora de manera libre pero ordenada. La guía presenta su uso cuando el niño está preparado, y a partir de ahí, el aprendizaje se construye desde la manipulación repetida y consciente.